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jueves, 2 de diciembre de 2010

LA TAREA DE FORMARSE

MARÍA ISABEL FÉLIX VERA
LA TAREA DE FORMARSE
ENSAYO
No. 2

LA TAREA DE FORMARSE
La formación requiere de todo un proceso, por el cual, todo ser humano debe pasar y desarrollar a lo largo de su vida. Ninguna persona es capaz de formarse por sí sola, siempre va a necesitar de una guía. Sin embargo, tampoco va a poder lograrlo con ingresar a una institución o por otra persona. La formación implica un trabajo que cada persona debe realizar sobre sí misma,  debe ser perseguida y requerida, pero sobretodo deseada por aquella persona que se está formando. De esta manera será más sencillo comprender y aprender. 
La formación de los enseñantes le da prioridad a la formación inicial sobre la formación continua, pero considero que, toda persona se va formando desde la niñez hasta la última etapa de desarrollo. La formación es permanente. La educación está presente en todo momento. De acuerdo a lo establecido por René Kaes (cit. En Gilles Ferry (1991) la formación, presente en toda acción educativa, que actúa en el deseo de todo enseñante, educador o formador, y que adopta una dimensión singular dentro de nuestra “sociedad pedagógica”, particularmente con el desarrollo de la educación permanente.
Pero, toda formación debe tener una necesidad de articular la formación inicial con la continua, de equilibrar la formación científica y la profesional, de ampliar la formación pedagógica a una formación profesional que contemple aspectos de acciones cooperativas e institucionales, así como a la iniciación a las nuevas tecnologías (principalmente a las de evaluación), acercando las relaciones entre la teoría y la práctica (ambas deben de ir de la mano). En sí, se trata de, examinar el funcionamiento pedagógico de ciertos dispositivos de formación propuestos. Redefinir los objetivos del sistema educativo y de la función de una escuela, dentro de una sociedad que está en continua evolución.  Es por esta razón que se tomará como apoyo la formación para promover otros cambios.
En una crítica de los discursos sobre la formación emitida por los formadores, los psicólogos y los sociólogos. De acuerdo a lo establecido por Eugéne Enríquez (cit. En Gilles Ferry (1991),  los formadores negocian los efectos benéficos de toda formación tendiente “a reforzar el yo consiente y voluntario del individuo, a construirlo sólidamente para que esté en condiciones de comportarse de manera adulta…”; la de los psicólogos, centrada en el encuentro interindividual en un lugar cerrado cuyas iluminaciones dan poca oportunidad de poner en movimiento un proceso” tendiente a nuevos comportamientos y la irrupción del monitor imaginario”. En cuanto al discurso de los sociólogos, monolítico y desarmante, reductor de la acción educativa a la reproducción de la ideología dominante, esterilizada “la capacidad inventiva de las formas, la toma de conciencia de su determinación y de su voluntad de hacer”.  En pocas palabras, la formación no debe ser construida a base de ilusiones, sino, de visiones críticas, de reflexiones. Para así formarse sus propias ideologías. Porque en una primera instancia, la formación se ve como parte de nuestro universo económico, social y cultural. No se le da la verdadera importancia que debería tener, como formación intelectual.
Se hacen tres categorías de formación de los enseñantes, tres problemáticas que no se rescatan más que de forma parcial. La primera, formación doble: que desarrolla el análisis, la crítica y reflexión. Hay prioridad en lo educativo sobre lo instructivo. No es lo mismo educar que instruir, educar es formar la personalidad del alumno, e instruir se refiere a construir, a trasmitir un conocimiento, es una enseñanza. Como lo menciona Fermoso P. (1981), “Instrucción” es sinónimo imperfecto de “saber”. La instrucción hace referencia directa a las potencias cognitivas del hombre, se trata de la formación continua. La segunda; formación profesional, todo formador educativo tiene que tener bien clara su posición como formador, estar en continua actualización para así saber que enseñar y cómo hacerlo. El ser formador no implica que lo sepa todo. Y por último; una formación de formadores,  es el modelo pedagógico que cada formador pone en práctica, los métodos, los procedimientos, el estilo desarrollado por cada uno de los formadores.
La principal característica de, una formación de formadores es formar sujetos autónomos, capaces de construir sus propios conocimientos y modelos pedagógicos, con las habilidades de reflexión y critica. Sujetos actualizados y auténticos. Todo este proceso no se desarrolla por sí sólo, sino, a través de la interacción social.


BIBLIOGRAFÍA
GILLES, Ferry. (1991). El trayecto de la formación: los enseñantes entre la teoría y la práctica. México. Editorial Paidós
FERMOSO P. (1981). Teorías antropológicas de la educación. (3ª ed.).  México: Editorial trillas.



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